¿Por qué algunas empresas deciden dejar de cotizar en bolsa?

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Las acciones de Apple han subido un 1,06%. Amazon tuvo un buen día, sus acciones sumaron un 2,31%. Ford tuvo un mal día, sus acciones cayeron hoy un 3,2%. Estás acostumbrado a leer este tipo de frases en la prensa económica o en Vivid Editorial. Se refieren a empresas que cotizan en bolsa, cuyas acciones fluctúan, en parte, según la confianza que depositen en ellas los inversores. Aunque el objetivo de muchas empresas es acabar saliendo a bolsa, algunas deciden hacer lo contrario y suspender su cotización. Pero, ¿Cuáles son las razones por las que una empresa decide hacerse privada y qué significa esto para sus accionistas?

Cómo dejar de cotizar

Supongamos que eres el director o directora general de una empresa que cotiza en bolsa y su principal accionista, y que decides abandonar los mercados. ¿Cómo procederías?

Simplificando mucho, sólo tendrías que comprar todas y cada una de las acciones de la empresa. 

Normalmente, en una operación de "adquisición", un gran grupo o un consorcio de empresas con capital propio (privado) compra las acciones de una empresa que cotiza en bolsa. También es posible que la persona que decida retirar una empresa de la bolsa sea su principal accionista.

Debido al gran tamaño de la mayoría de las empresas que cotizan en bolsa, con valoraciones que oscilan entre varios cientos o miles de millones de dólares, no suele ser posible que una empresa o un particular financien la compra por sí mismos.

Por lo general, el comprador necesita obtener financiación de un banco de inversión o de un prestamista capaz de conceder préstamos suficientes para ayudar a financiar (y cerrar) la transacción.

Y ya está. Es tan sencillo como eso. ¿De verdad? Sí y no.

¿Qué significa esto para los accionistas?

No todas las acciones de una empresa fluctúan en el mercado de valores. Algunas pertenecen a inversores que las conservan a largo plazo. Para poder retirar una empresa de los mercados financieros, el comprador tiene que convencer a los accionistas para que vendan su parte. ¿Pero cómo se hace eso? Simple y llanamente con el lenguaje más común entre los inversores: el dinero.

Imagínate que alguien quiere comprar a toda costa un piso que tienes en propiedad. Te sientes cómodo allí y nunca habías pensado en dejarlo. Así que, para convencerte, te harán una oferta que no podrás rechazar. No, no me refiero a una que implique sangre y lágrimas, sino que probablemente te ofrecerán más dinero por tu piso que su valor actual de mercado.

Lo mismo ocurre cuando se quiere suspender la cotización de una empresa en el mercado de valores. La persona o grupo que quiere retirar la empresa de la bolsa debe comprar las acciones de los distintos accionistas para poseerlas todas. En este caso, el comprador hará una oferta por acción a un precio superior al de mercado en ese momento. Esta oferta se conoce como prima. Últimamente, el importe de estas primas se ha disparado, alcanzando una media del 45% por encima del precio anterior para las empresas europeas y del 42% para las estadounidenses desde principios de año. Un buen trato, ¿verdad? Esto explica por qué el precio de las acciones de una empresa aumenta cuando se hace una oferta de este tipo.

Pero, ¿por qué abandonar el mercado de valores?

¿Por qué algunas empresas deciden abandonar el mercado de valores? Aunque una OPV está motivada principalmente por el deseo de aumentar el capital de la empresa para ayudarla a crecer, hay muchas razones por las que una empresa puede decidir dejar de cotizar en bolsa y pueden variar mucho dependiendo de la situación.

Ser una empresa que cotiza en bolsa conlleva limitaciones: hay que publicar resultados trimestrales, cumplir las normas de la plataforma de negociación, se es vulnerable a las sacudidas del mercado y a la presión de los accionistas sobre la estrategia de la empresa, etc.

Los costes asociados a una OPV y las comisiones de brokerage o intermediación también pueden desanimar a los administradores de una empresa. Evidentemente, cotizar en Euronext o en la Bolsa de Nueva York cuesta dinero.

Otra razón para que una empresa deje de cotizar en bolsa es recuperar el control de sus operaciones y escapar de la presión de los accionistas, que suelen estar más interesados por los resultados a corto plazo, que aportan dividendos, que por la evolución a largo plazo de la empresa.

Por ello, la operadora de telecomunicaciones francesa Iliad decidió abandonar el mercado bursátil el pasado mes de julio. Lo hizo por iniciativa de su fundador y principal accionista, el empresario Xavier Niel, que compró todas las acciones de la empresa.

El objetivo de la operación era, por un lado, apartar al grupo de la presión de los mercados, que a su juicio lo infravaloraban, y, por el otro, poder realizar inversiones a largo plazo. Al anunciar la OPA, Xavier Niel subrayó que "la nueva fase de desarrollo de Iliad requiere transformaciones rápidas e inversiones significativas que serán más fáciles de llevar a cabo como empresa no cotizada".

Las "importantes inversiones" anunciadas por Xavier Niel podrían suponer una importante disminución de los beneficios durante algunos años. Esto podría ser una mala señal para los accionistas, con el consiguiente riesgo de caída de la cotización de la empresa, aunque las inversiones se consideren rentables a largo plazo.

Cuando el precio de las acciones de una empresa cae, es más fácil que uno de sus competidores haga una oferta de adquisición. En el caso de Iliad, la retirada también podría ser una forma de proteger a la empresa de este escenario.

¿Cuáles son los límites de una retirada del mercado?

Escapar de la presión de los mercados financieros, recuperar el control de las operaciones, liberarse de las trabas administrativas ligadas a la cotización en bolsa: todas estas son razones que pueden empujar a una empresa a abandonar la bolsa. Pero, ¿merece realmente la pena? ¿Cuáles son los riesgos para una empresa que decide dejar de cotizar?

Como ya hemos dicho, la retirada de la empresa de la bolsa implica la recompra de las acciones de la empresa por parte de sus accionistas. Esto tiene un coste considerable y generalmente se financia con deuda. Normalmente, una empresa que deja de cotizar se enfrenta a una gran cantidad de deuda que tiene que devolver a sus acreedores.

Otro posible obstáculo es la dificultad que pueden tener las empresas que no cotizan en bolsa para conseguir financiación para su crecimiento. Es más fácil aumentar el capital emitiendo nuevas acciones que ir a la pesca de grandes inversores, los únicos capaces de aportar suficiente dinero para ayudar a financiar una gran empresa.

Pero una suspensión de la cotización en bolsa también puede ser temporal. El ejemplo más claro es el del gigante informático Dell, que abandonó los mercados antes de volver de nuevo a cotizar. En febrero de 2013, Michael Dell, jefe de la empresa tecnológica, decidió retirar la empresa del mercado de valores. Las acciones entonces valían sólo 13 dólares, después de haber rondado los 50 dólares a principios de la década de 2000.

Sin embargo, Dell no se mantuvo al margen del mercado durante mucho tiempo: volvió a salir a bolsa en 2018 comprando una empresa que ya cotizaba, VMware, lo que le permitió evitar el proceso, a veces pesado, de una OPV tradicional. Hoy una acción de Dell vale más de 100 dólares.

Entonces, ¿abandonar la bolsa es una buena idea? Es difícil responder con un sí o un no, pero hay una cosa segura: si eres accionista de una empresa que decide dar ese paso, podrías estar ante un buen negocio.

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